La Posta 14 de julio de 2024
Hallándome en una internación domiciliaria muy light en la casa de Lucía, me pongo a escribir esta entrada que la vengo pensando hace mucho pero que no he tenido ganas de escribirla hasta hoy, puesto que lo que acá resolveré me cuesta muchísimo sacrificio y una tremenda renuncia a un estilo de vida que he experimentado durante 36 años.
He estado evaluando y merituando sobre el hecho de mi renuncia anticipada, voluntaria y totalmente consciente a la conducción de cualquier tipo de vehículo particular. No me decidía y trataba de emprender luchas de último momento para encontrar algún argumento para continuar manejando hasta viejo, como lo hizo mi padre.
El consejo que más me ha pegado ha sido el de mi amigazo Baltasar, muy conocedor del gran Santo, San Agustín, y cuando empezamos a meternos en la temática de los epicúreos como somos los eneatipos 7 y, por lo tanto, afectos a disfrutar placeres templados, Baltasar me dijo que San Agustín empezó siendo un epicúreo y que luego se convirtió en un típico estoico.
Todos sabemos que los estoicos pueden llegar a tomar este tipo de decisiones verdaderamente ascéticas, y al igual que a todos los eneatipos 7, el estoicismo nos re contra atrae y los admiramos de verdad, excepto en sus costados “avarientos” que por cierto todos los eneatipos 5 con los que trabajo a diario, ya son muy evolucionados y maduros y lo han superado a ese pecado capital, para pasar a ser todos ellos, verdaderamente generosos, y restándoles a unos pocos la última y más sagrada generosidad, que puede alcanzar un eneatipo 5, estoico: La de brindarse a sí mismos, o lo que es igual: “brindar parte de su valioso tiempo de solitarios, en donde se hallan disfrutando sus notables pasiones, o se encuentran cultivando sus muchas especialidades”.
El hecho de enterarme que San Agustín de epicúreo paso a ser estoico, en verdad de dio ánimo y aliento para producir esta tan sacrificada renuncia que pretendo hacer, al tomar consciencia acabada de todo el fangote de dinero que se puede ahorrar uno en el mantenimiento de cualquier vehículo, sea antiguo como el mío, sea moderno y poco tallerista que, si lo lograse, tendría que pagar altísimos costos en tasas, impuestos, seguro, services anuales y “cochera”.
Ya he dicho en mi tesis anterior que quitarme de encima todos estos costos, me metería de lleno en las filosofías minimalista y postmaterialista a la europea y oriental, lo que me resta por seguir meditando lo puedo expresar de tres maneras diferentes:
1° Cuando uno es minimalista y postmaterialista, se dice que ello no implica escasez. ¿Renunciar al placer de seguir conduciendo seria lo mismo que elegir la escasez?
2° Conozco muchos eneatipos 5 que han optado por no manejar, sea desde siempre, sea en edad adulta pero no viejos. ¿Será posible que un eneatipo 7 como yo, en verdad se logre perfeccionar, además de ser meramente impecable, convirtiéndose en un estoico asceta?
3° Tendría que lograr orar con mi Virgen Redentora para intentar descubrir su voluntad para este monje laico mercedario suyo.
El punto 3° lo acabo de orar con ella y por diferentes ritos de esta oración, siento muy profundamente que mi Virgencita está totalmente de acuerdo en que intente convertirme como San Agustín, de epicúreo a estoico con una verdadera alquimia de su alma, para transmutarla a lo lardo de su vida, no solo desde su plomo al oro, sino que fue muchísimo más allá y llegó a la naturaleza misma del Diamante que es el elemento más valioso del mundo y que, como ariano, lo tengo como la mejor de las mejores piedras preciosas, pues también tengo otra muy preciosa que es el Rubí y que es a la que aspiraba cuanto mucho. Convertirme en un estoico, minimalista “extremo”, postmaterialista está en verdad dentro de mi camino, no solo de impecabilidad como han sido todos mis caminos, sino propiamente, el camino de mayor perfección y con miras a la Santidad, que es a lo que nos invita de plano nuestra Madre Iglesia, sin quedarse en las medias tintas de esta impecabilidad.
Querido Dr. Alippi García,
ResponderBorrarTu reflexión sobre la transición de un estilo de vida epicúreo a uno estoico es profundamente inspiradora. La decisión de renunciar a la conducción de vehículos no solo refleja un compromiso con la filosofía minimalista y postmaterialista, sino también una búsqueda de perfección y santidad. San Agustín es un excelente ejemplo de cómo uno puede transformarse y alcanzar niveles más altos de espiritualidad y ascetismo. Tu camino hacia la impecabilidad y la santidad es admirable y seguramente servirá de inspiración para muchos.
Con afecto y admiración. Copiloto